viernes, 14 de enero de 2011

Expulsión de talento


Apunten este dato, que me parece impresionante: en plena crisis del empleo, los españoles vuelven a emigrar. Pero, a diferencia de la emigración sufrida en el pasado, ahora se marchan los más jóvenes y los más preparados. Estamos proporcionando a otros países el capital humano que no podemos acoger en nuestra nación. Un total de 150.000 (ciento cincuenta mil) titulados superiores, formados en nuestras universidades con cargo al presupuesto del Estado español, están trabajando en empresas u organismos extranjeros. Gastamos inmensos recursos públicos en la formación de profesionales para que rindan en el exterior.

Dicho de forma un poco brutal: importamos mano de obra valiosa, pero sin cualificar, y exportamos lo más cualificado: licenciados y doctores llenos de ímpetu juvenil y con ganas de trabajar y triunfar. Si se pudiera hacer una balanza de pagos del talento, igual que se hace una balanza comercial, sería muy deficitaria para España.

El motivo no requiere ninguna explicación: si tenemos un mercado laboral cerrado y sin expectativas de abrirse en cuatro o cinco años, los buscadores de empleo miran a otros escenarios. Aquí no hay oportunidades de trabajo, como no sea en empleos precarios e inferiores a la categoría que corresponde por formación y titulación. Incluso tendríamos que revisar, para nuestra decepción colectiva, el tópico que asegura que la buena formación es garantía de empleo.


¿Podemos agravar un poco la perspectiva? Me temo que sí. Esos ciento cincuenta mil titulados no son un número cerrado. Lo más probable es que sean los adelantados de una lista que el cierre del mercado no hará más que agrandar. Me pregunto cuántos otros estarán mirando las ofertas de trabajo de distintos países y cuántos echarán solicitudes en la pujante Alemania, que acaricia la meta del pleno empleo y donde ahora mismo hay cerca de cuarenta mil vacantes de ingenieros y varios miles de personal sanitario, entre otras sugestivas ofertas.

No trato de hacer un retrato dramático de esta situación. Me limito a anotar lo más evidente. El principal capital de un país es su capital humano, y se está expulsando. Uno de los principales derechos de la persona es el derecho a un trabajo acorde a su preparación, y se está negando. Uno de los grandes problemas de la economía española es su competitividad, y no se podrá superar sin personal competitivo. Y una deficiencia del sistema educativo es su planteamiento a espaldas de las necesidades reales del tejido empresarial, y la universidad produce grandes titulados, pero también excedentes. Que cada cual obtenga su propia conclusión. Yo me limito a decir que el Estado financia y la universidad engendra una auténtica sangría nacional.

Fernado Ónega

Fuente: La Voz de Galicia

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