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lunes, 12 de marzo de 2012

Los profesionales "bordes" ganan más

Aquello de que ‘el que no llora no mama’ parece tener cierto sentido cuando el objetivo es un aumento de sueldo.

Aún se puede llegar más lejos para conseguirlo: un reciente estudio confirma que los agresivos y los maleducados ganan un 18% más que sus colegas más mansos. Ni una cosa ni la otra, porque en cuestiones salariales no hay que confundir comportamientos agresivos con proactividad.
Parece que acudir todos los días a trabajar con la sonrisa puesta o ser amable con sus compañeros de trabajo, aunque puede resultar muy gratificante, no incrementará su nómina. Un informe elaborado por varias universidades australianas revela que, tras analizar las circunstancias de 10.000 trabajadores, son los profesionales de comportamiento menos agradable los que cobran una media del 18% más al año.

Sin embargo, en estas cuestiones no hay que dejarse llevar por las estadísticas. Maite Gómez Checa, socia de ICE Coaching, señala que “una agresividad bien entendida está relacionada con sacar a los subordinados de su zona de confort para estimularles en el reto, pero sin llevarles al pánico. Por el contrario, un trabajador que consiente, que no hace seguimiento del trabajo y que no es exigente con sus semejantes puede estar incurriendo en una amabilidad mal entendida”.

Si no se gestionan de forma adecuada, ambos comportamientos pueden dar al traste con cualquier política retributiva. Este error puede costar a las empresas hasta el 30% de la masa salarial de sus empleados (6.753 euros por persona y año) y directivos (700 millones anuales), según los datos de PeopleMatters.

Lamentablemente, las compañías españolas aún aplican los variables de forma subjetiva y no miden los resultados por cumplimiento de objetivos. Esta consultora asegura que más del 50% de las organizaciones ni siquiera dispone de una estrategia retributiva. Teniendo en cuenta estos datos, aplicar criterios emocionales cuando se piensa en incremento puede resultar hasta inevitable.

Evaluación, el antídoto contra la emoción


Susana Marcos, socia de PeopleMatters, explica que “una persona que muestra una conducta de intimidación y violencia puede provocar una respuesta de miedo en el otro y conseguir que actúe según su conveniencia, pero afortunadamente no hay muchas”. No obstante, sí que reconoce que “aquellos que despliegan sus comportamientos proactivos en el sentido de mostrar sus capacidades, logros y esfuerzos en el lugar y momento adecuado, suelen tener más oportunidades de progreso profesional y de mejora salarial”.

La justicia para pagar más a los que realmente más aportan, al margen de su don de gentes, la ponen las evaluaciones de desempeño, una práctica que pocas compañías llevan a cabo de forma estricta. “Medir aptitudes, actitudes y valores de manera continua, teniendo en cuenta la trayectoria a lo largo de todo el año, sin apreciaciones personales y no sólo cuando llega el momento de la subida de sueldo es el mejor criterio”, afirma Marcos, quien advierte de que “el jefe tiene la obligación de reforzar a los que más contribuyen a la compañía en términos de negocio y de cultura, no a los que más chillan o lloran”.

Esta teoría no resulta en algunas culturas que, como señala José Manuel Chapado, socio director de Isavia Consultores, “premian la peor cara de la agresividad, aunque suelen coincidir con organizaciones basadas en el miedo y con fuertes planteamientos jerárquicos”.
Pero por fortuna estas organizaciones están en un satisfactorio peligro de extinción: “El futuro no está pensado para ellas. Incluso en el ejercicio de la venta esta agresividad es cada día más castigada”, añade Chapado. Apunta además que los perfiles comerciales, aquellos que en principio están más predispuestos a una actitud agresiva para conseguir captar a un cliente, están cambiando: “Su éxito está basado en la inspiración de confianza y el cuidado de la relación”.
Parece que la agresividad, si bien puede resultar a corto plazo, a la larga se paga y mal gestionada le puede costar el puesto: se dejan en el camino cadáveres que tarde o temprano retornan. A veces una subida de sueldo no merece la pena. Como concluye Chapado: “Harto es conocida la sentencia que dice que quien más grita, menos argumentos tiene”.

Fuente: Expansión

miércoles, 24 de marzo de 2010

Personalidad propia: Andrés Pérez Ortega

Personalidad propia: Andrés Pérez Ortega

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Un resumen de sus ideas y de sus palabras…
Es muy difícil ser persistente en la construcción de una marca cuando el destino no está definido. Es improbable que consigas algo más que aquello a lo que aspiras. Por eso el objetivo es transmitir confianza, emoción y sinceridad para ocupar un lugar en la mente de los que de deciden. Es decir: Ser recordados, Ser tenidos en cuenta, Ser la opción preferente y Ser elegidos. Una Marca personal fuerte implica Claridad y consciencia y todo ello sale de lo que Andrés define como ADN

A: análisis, atributos, autenticidad
D: diferenciación
N: notoriedad

Una Marca personal fuerte no es egoísta sino que es la que satisface las necesidades de otros. Por eso, construir una marca personal es… “Gestionar las percepciones”. Ser una marca te enseña a convertir todo lo que haces en un producto vendible.

Y todo esto lo defiende Andrés con vehemencia desde su aspecto de niño bueno, bien peinado, con su correcta camisa azul en contraste con su tendencia a romper tópicos y desmitificar: “Yo soy como muy radical en algunas cosas”.

Cuestiona que exista el carisma, pero sí recalca la importancia de cómo te recuerdan: “no se trata del espacio que llenas, sino la importancia del vacío que dejas”. Opina que Internet va en contra de la marca personal, “se supone que vamos a ser únicos y singulares mientras que lo que estamos haciendo es empezar todos a subirnos a diferentes carros, y el que se trate de salir de eso le machacan”.

"Se te ocurre hacer una crítica sobre twiter o sobre Facebook o lo que sea y entonces te llegan los fanáticos o los censores y te empiezan a decir que cómo se te puede ocurrir decir esto, como puedes tener tan pocos follewers… Es como una especie de fanatismo que da mucho dinero"

Su razonamiento es tan aplastante que desarma. Defiende que Internet sigue siendo minoritaria y sigue siendo todavía muy clasista.

"He descubierto una herramienta que permite comunicarte con todo el mundo con un precio barato y que además te permite tener listas de contactos y tal… Se llama teléfono. Y no veo que se estén escribiendo libros y libros sobre cómo utilizar el teléfono y cuales son las normas, net-etiqueta telefónica sobre cómo tienes que contestar. Es un aparato que conoce absolutamente todo el mundo mientras que Internet sigue siendo muy elitista"

Su proyecto empezó consigo mismo, gestionando la percepción de su marca personal lo que le llevó a reforzar algunas que tenía ocultas porque pensaba que a la gente no le iban a gustar. Lo que tiene claro es que “una de las cosas que no debe hacer una marca es intentar contentar a todo el mundo. Cuando empiezas a escribir tratas de no ofender a nadie. Lo que yo hice fue, mas que apartar cosas, potenciar algunas que estaban ocultas”.

Le aconsejaban que no dijera algunas cosas, que me moderara, por ejemplo de R2H2, de las escuelas de negocios… porque eran los que le iban a contratar, pero el apostó por la credibilidad de su mensaje lo que implicaba no autocensurarse. Y le dio resultado porque, aunque a muchos no les gustara, generó opinión: “por fin hay alguien que lo dice”.

Por otro lado, una marca debe ser visible pero es muy fácil traspasar los límites entre la visibilidad y la sobre exposición: Es fácil pensar que tener una marca es ser conocido. Conversamos sobre los cargos de representación, sobre todo en los entornos asociativos que a mi me ocupan y sobre lo que Andrés es bastante escéptico:

“Cuando estás ejerciendo un cargo, es cuando menos marca personal tienes” No deja de ser como la sobreexposicón en Internet, que se supone que nos va a permitir ser únicos, individuales, y singulares y válidos y realmente lo que estamos haciendo es empezar todos a subirnos a diferentes carros y el que se trate de salir de eso le machacan. Es como una especie de fanatismo que da mucho miedo".

Sin embargo, Internet no es más que una evolución de las “cosas de toda la vida se están aplicando en la red ahora”. Es una herramienta más, necesaria, pero también peligrosa porque “Una marca puede cometer un error, pero a una marca lo que no se le permite la mentira, y menos a una persona”