Mostrando entradas con la etiqueta motivo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta motivo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Jefes que gritan, compañeros de trabajo que se quejan, clientes que ponen mala cara… ¿Tiene que aguantar esto?


 David J. Pollay, autor de 'Reciclaje emocional', afirma que no debemos permitir que la felicidad y el éxito dependan del estado de ánimo de otros.

SONRÍA, SALUDE, DESÉELES SUERTE Y SIGA ADELANTE. CRÉAME SERÁ MÁS FELIZ

Todo comenzó hace 19 años en Nueva York. David J. Pollay, conferenciante, creador y presentador del programa de televisión The Happiness Answer y director ejecutivo de la Asociación Internacional de Psicología Positiva, subió a un taxi para ir a la estación de tren. Durante el trayecto, un coche se cruzó y el taxista tuvo que frenar bruscamente. El conductor del otro vehículo comenzó a insultar, mientras que el taxista sonrió y saludó de manera amistosa.

Esta forma de actuar causó impacto en Pollay, quien no pudo evitar preguntarle al conductor el por qué de su reacción. El taxista contestó que "muchas personas son vertedoras de basura emocional. Van de aquí para allá llenos de frustración, de rabia y amargura. A medida que se les acumula la basura, van buscando sitios donde descargarla. Y si se lo permites la descargarán sobre ti, así que cuando alguien quiera hacer esto, no se lo tome como algo personal. Sonría, salude, deséeles suerte y siga adelante. Créame, será más feliz".

LA FILOSOFÍA DEL RECICLAJE EMOCIONAL

Pollay decidió entonces dar a conocer esta filosofía en Reciclaje emocional (Editorial Zenith / Planeta). Un libro que desvela las claves para aprender a no recibir ni volcar la basura emocional de otras personas o de nosotros mismos y sentirnos libres de negatividad.
Porque seguro que le ha pasado: su jefe grita, alguno de sus compañeros se convierte en la queja en persona o sus clientes ponen mala cara. Según el autor de la obra, no tiene por qué aguantar esto. "Cada uno de nosotros llegamos a esta vida con una misión, y no podemos permitir que las fuentes constantes de negatividad distraigan nuestras fuerzas". Es decir, líbrese de esos camiones de basura que acumulan rabia y malos modos esperando descargarla. Del mismo modo, no se convierta en un contenedor que moleste con su negatividad a los demás.

Reciclaje emocional enseña a no absorber las frustraciones, ansiedad y decepciones de otros, porque nuestra satisfacción y éxito no tiene que depender de los estados de ánimo de los demás. Pollay ofrece consejos para centrarse en los asuntos correctos; breves ejercicios que consisten en apuntar las experiencias positivas y negativas de la semana que han contribuido a fomentar o detener la basura emocional, y especialmente, muestra los ocho compromisos de la ley de reciclaje emocional. Que no le amarguen la existencia.

1.Deje que los vertedores de basura emocional pasen de largo: No tiene por qué cargar con todo aquello negativo que no esté bajo su control. Es libre de centrarse en lo que le importa.
2.Evite convertirse en un vertedor de basura emocional: No debe cargar con los malos recuerdos del pasado. Libérese de los pensamientos pesimistas.
3.Evite convertirse en contenedor de basura emocional de otra persona: No tiene que vengarse de los demás. Es mejor perdonar y ser humilde.
4.Ayude a tantos vertedores de basura emocional como pueda: Valore las virtudes de los demás y hágaselo saber.
5.Cumpla la promesa de no más vertedores de basura emocional: No tiene que aceptar la basura de los demás, y la suya no la esparza.
6.Viva en el ciclo de gratitud y aléjese del ciclo de basura emocional: Invierta su energía en disfrutar de la vida. Al escoger la gratitud, hará del mundo un lugar mejor.
7.Viva en una zona libre de vertedores de basura: Haga saber a sus conocidos que se ha comprometido a vivir en el ciclo de gratitud, lejos de los vertedores de basura emocional.
8.Trabaje en una zona libre de basura emocional: Cree un ambiente de trabajo en el que todos disfruten, aporten sus cualidades y se sientas realizados.
Fuente: Expansión

jueves, 9 de junio de 2011

Meter la pata en el trabajo puede ser rentable

Cometer fallos en el trabajo es algo normal. Por eso, el profesional debe aprovechar los errores para aprender, aportar soluciones y ser mejor profesional. Se trata de convertir la equivocación en una oportunidad.

"Ningún empleado comete el mismo error dos veces. Es despedido la primera vez". Así de tajante es el lema no oficial de U.S. Robot, la empresa ficticia que fabrica androides en los cuentos de Isaac Asimov. Un mensaje drástico del que cualquiera puede ser víctima, puesto que todos nos equivocamos. "El error, por definición, es imprevisible e involuntario. Incurre en él quien no decae en el logro de sus objetivos. No podemos evitar que se produzca ni prever todas las dificultades que puedan surgir; pero sí podemos aprender a gestionarlas, entrenarnos para reaccionar ante ellas y buscar soluciones", explica Fernando Botella, CEO de Think&Action. La clave se encuentra en convertir las equivocaciones en oportunidad. Incluso si se trabaja en U.S. Robot: el trabajador despedido puede conseguir un empleo mejor, por ejemplo.


Roberto Sánchez, gerente del área de organización y personas de Everis Business Consulting, identifica tres tipos de errores: los técnicos o de conocimiento, los que suceden por la toma de decisiones, y los de comportamiento, como un altercado o una desobediencia. A estos, Botella añade el hiperliderazgo; la falta de observación y la impaciencia; optar por el individualismo frente a la colaboración, y confundir lo difícil con lo imposible. A pesar de la variedad, los expertos coinciden en que todos tienen solución: "Desde lo más trivial hasta la pérdida del puesto de trabajo", comenta José Medina, presidente de Odgers Berndtson. Lo que nos diferencia es cómo nos enfrentamos a ellos. "Lo peor que se puede hacer es negar el fallo o buscar culpables. Lo mejor es reconocerlo, explicar los distintos motivos por los que se tomó la decisión y extraer un aprendizaje", aconseja Pilar Jericó, socia directora de Be Up.

¿Qué hay que hacer?La gestión del error significa corregirlo y aprender de él para que no vuelva a suceder. Un proceso complicado porque, como expone el CEO de Think&Action, "su aparición nos produce decepción, rabia y parálisis. Interpretamos el fallo como una señal de que algo se está haciendo mal, y por eso abandonamos, cuando el error es una alerta para hacer un cambio de sentido".



A pesar de la variedad, los expertos coinciden en que todos tienen solución: "Desde lo más trivial hasta la pérdida del puesto de trabajo"Sacar una lección de las meteduras de pata pasa por tres etapas, de acuerdo con Botella: la aceptación; el visionado, es decir, un análisis para ver las causas; y el aprendizaje, para extraer los puntos de mejora. "La clave está en plantearse qué se hizo para que ocurriese, qué se ha aprendido y qué hay que hacer para evitar que vuelva a producirse", aclara este experto.

En el fondo se trata de un cambio de actitud. "En vez de pensar '¿por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?', hay que verlo como '¿qué tengo que hacer para que este error me sirva de aprendizaje'?", apunta Medina.

Ver la oportunidad"Hay que reconocer el error, avisar a quién corresponda y dar una solución", considera Sánchez. De este modo, el fallo se convierte en una oportunidad para mostrar que se es un buen profesional. "La próxima vez será posible identificar la situación para que no vuelva a suceder. Todos nos equivocamos, pero si se ha reaccionado rápido y se ha aportado una solución, la confianza y la credibilidad se restablecen", explica el gerente de Everis.

Si la decisión tomada no ha sido la correcta, este experto aconseja analizar el proceso que ha llevado a esa resolución y, sobre todo, pedir consejo. "Es bueno compartir la opinión, para saber si se va por buen o mal camino". En el caso de que sea "un error de comportamiento", Sánchez cree que "es bueno pedir a los superiores y a los compañeros una valoración subjetiva de uno mismo. Un profesional puede tener una imagen negativa y no darse cuenta".

Se trata de corregir los fallos y encauzarlos como fuente de aprendizaje. Es decir, conseguir una solución para evitar que vuelva a suceder algo nocivo, identificar futuros fallos y ser mejor profesional.En el fondo, se trata de corregir los fallos y encauzarlos como fuente de aprendizaje. Es decir, conseguir una solución para evitar que vuelva a suceder algo nocivo, identificar futuros fallos y ser mejor profesional. Es por esto que la gestión del error no penaliza a éste, como en U.S. Robot.

Esta visión también diferencia a los jefes: uno de los principales indicadores de un buen o mal directivo es su reacción ante los errores propios y los de los subordinados, de acuerdo con Medina. "El error de un empleado enfocado inadecuadamente es fuente de frustración y castración de iniciativas. En cambio, el que se encauza mediante el aprendizaje tiene una doble vertiente positiva: no es objeto de castigo y es fuente de corrección y aprendizaje".
Fuente: Expansión